Su padre, Leonardo Buñuel González, originario de Calanda, donde tenía un negocio de ferretería, obtuvo una gran fortuna en Cuba. Tras la independencia cubana liquidó sus negocios y volvió a su pueblo natal donde se casó con María Portolés Cerezuela, mucho más joven que él, con la que tuvo siete hijos: Luis (1900), María (1901), Alicia (1902), Concepción (1904), Leonardo (1907), Margarita (1912) y Alfonso (1915). Al poco de casarse se fueron a vivir a Zaragoza y a partir de entonces repartieron sus vacaciones entre Calanda (todas las semanas santas) y San Sebastián.
Luis Buñuel pasó toda su infancia y educación primaria y secundaria en Zaragoza, principalmente en los Jesuitas, hasta que acabó el bachillerato a los 17 años, cuando partió para cursar estudios universitarios a Madrid.
Para ello se alojaría en la Residencia de Estudiantes, fundada por la Institución Libre de Enseñanza en la que permaneció siete años. Allí Buñuel trabó amistad con Salvador Dalí, Federico García Lorca, Pepín Bello, Juan Ramón Jiménez , entre otros. Participó en las tertulias ultraístas y en las del café Pombo, que dirigía Ramón Gómez de la Serna, todos los sábados de 1918 a 1924. Con sus compañeros de la Residencia hizo sus primeros ensayos de puesta en escena, con versiones delirantes del Don Juan Tenorio en las que actuaban Lorca y Dalí entre otros compañeros.
En esta época publica cuentos y poemas en revistas de vanguardia, e incluso tenía preparado un libro que los recopilaba con el título de Un perro andaluz. Muchas de las imágenes de sus escritos de estos años, previos al surrealismo francés, pasarían a su cine. También tuvo conocimiento en estos años de las tendencias internacionales más importantes del pensamiento y del arte, y mostró su interés por la Galería Dadá, y la obra de Louis Aragon y André Bretón.
La asistencia de Buñuel a la conferencia que Louis Aragon dio en la Residencia sobre el surrealismo le animó a decidirse a desplazarse en 1925 a París para conocer la ciudad que en este momento era la capital cultural del mundo.
Primeras películas [editar]Conoció el cine muy joven, cuando aún era un espectáculo de feria. Durante toda su infancia vio muchas películas (su prima tenía acceso desde la cocina a la pantalla de uno de los primeros cines de Zaragoza). Cuando tenía trece años, a la vuelta de uno de los habituales viajes a París de sus padres, éstos le regalaron un teatro con personajes de cartón; con este teatro él ofrecía representaciones, que presentaba durante semanas a los jóvenes de su pueblo.
En el tiempo que permaneció en Madrid solía ver cine, pero no fue sino hasta que se estableció en París cuando comenzó a verlo intensivamente: habitualmente tres películas al día, una por la mañana (generalmente proyecciones privadas, gracias a un pase de prensa), otra por la tarde en un cine de barrio y otra por la noche, a la vez que colaboraba como crítico en varias publicaciones, entre ellas en Cahiers d'Art de París. Fue colaborador en publicaciones de cine y arte: Alfar, L'Amic de les Arts, Helix, Horizonte y La Gaceta Literaria.
El pianista Ricardo Viñes le propone la dirección escénica de El retablo de Maese Pedro de Manuel de Falla, que, estrenada en Ámsterdam el 26 de abril de 1926 supuso un importante éxito. Esta experiencia le llevó a escribir una pieza de teatro de cámara de vanguardia titulada Hamlet en 1927, que fue estrenada en el «Café Sélect» de París.
Su conversión al cine se produjo tras ver la película Las tres luces (Der Müde Tod) de Fritz Lang. Varias semanas después se presentó en un rodaje al conocido director de cine francés Jean Epstein y se ofreció a trabajar en cualquier labor a cambio de aprender todo lo que pudiera acerca del cine y Epstein acabó permitiéndole desempeñar el cargo de ayudante de dirección en el rodaje de sus película mudas Mauprat y La caída de la casa Usher (La Chute de la Maison Usher), de 1928.
En estos años Buñuel colaboraría como actor en un pequeños papeles, como el de contrabandista en la película Carmen, de los estudios Albatros, con Raquel Meller y en La Sirène des Tropiques con Josephine Baker. Este bagaje le familiarizó con los oficios de la cinematografía y le permitió conocer a buenos profesionales y actores que después habrían de colaborar con él en Un perro andaluz y La edad de oro. Al mismo tiempo colabora como crítico cinematográfico en La Gaceta Literaria de Madrid y la parisina Cahiers d'Art, publicaciones en las que Buñuel deja constancia de sus concepciones cinematográficas, en las que no se prodigará en lo sucesivo. Allí elogia el cine de Buster Keaton y ataca por pretenciosa la vanguardia cinematográfica francesa, en cuyas filas militaba el propio Jean Epstein. Es conocida su ruptura con este al negarse el aragonés a trabajar en el nuevo proyecto del más reputado de los directores vanguardistas franceses, Abel Gance.
Vivamente interesado por el grupo surrealista de André Breton, comienza a trasladar a sus compañeros de la Residencia de Estudiantes las novedades de esta tendencia, escribiendo poemas de un surrealismo ortodoxo e instando a Dalí a que se traslade con él a París para conocer el nuevo movimiento.
En 1928 prepara un guión cinematográfico sobre Francisco de Goya con motivo del centenario que patrocinaba una comisión zaragozana. No llegó a buen término, como tampoco un proyecto basado en un guión de Ramón Gómez de la Serna que iba a titularse El mundo por diez céntimos, en la que el hilo conductor iba a ser la tal moneda y cómo va cambiando de dueño.
Para enero de 1929 Buñuel y Dalí, en estrecha colaboración, ultiman el guión de un film que se titularía sucesivamente El marista en la ballesta, Es peligroso asomarse al interior y, por fin, Un perro andaluz. Fue rodado finalmente en abril del mismo año con un presupuesto de veinticinco mil pesetas que aportó su madre y se estrenó en junio en el Studio des Ursulines, un cine-club parisino, en el que alcanza un clamoroso éxito entre la intelectualidad francesa, pues permaneció en exhibición nueve meses consecutivos en el Studio 28.
A fines del mismo año se vuelve a reunir con el pintor catalán para escribir juntos el guión de lo que sería más tarde La edad de oro, pero la colaboración ya no resulta tan fluida, pues entre los dos se interpone el gran amor de Dalí, Gala Eluard. Buñuel comienza el rodaje de la película en abril de 1930 cuando el pintor se encuentra disfrutando de unas vacaciones con Gala en Torremolinos. Cuando descubre que Buñuel ya ha acabado la película con el sustancioso mecenazgo de los Vizcondes de Noailles, que deseaban producir una de las primeras películas sonoras del cine francés, Dalí se siente marginado del proyecto y traicionado por su amigo, lo que originaría un distanciamiento entre ellos que se iría incrementando en el futuro. El estreno de la película tuvo lugar el 28 de noviembre de 1930. Cinco días más tarde, grupos de extrema derecha atacan el cine en que se proyectaba y, todavía más grave, las autoridades francesas prohibieron la película y requisaron todas las copias existentes.
En 1930 viajó a Hollywood, contratado por la Metro Goldwyn Mayer como «observador», con el fin de que se familiarizara con el sistema de producción estadounidense. Conoció a Charles Chaplin y Serguéi Eisenstein. En 1933, financiado por su amigo Ramón Acín, filmó Las Hurdes, tierra sin pan, un documental sobre la comarca extremeña. Su prohibición le supuso un gran desengaño, ya que no lo esperaba, y menos de la República.
El 23 de junio de 1934 se casa con Jeanne Rucar, joven francesa a la que conoció en 1925 cuando estudiaba anatomía en París y que había sido medalla de bronce de gimnasia artística en los Juegos Olímpicos de París de 1924. Con ella tuvo dos hijos, Jean Louis y Rafael. El primero nació en París y el segundo en Nueva York. Hablaba bien el francés y el inglés (este último idioma lo estudió en Francia, mientras trabajaba para la Paramount, y lo perfeccionó en Estados Unidos).
Recién casado, aceptó un trabajo en Madrid para la Warner Brothers, como director de doblaje. En 1935, con ayuda de algún dinero familiar, fundó, junto a Ricardo Urgoiti, la productora Filmófono. Filmófono competía con la Cifesa de los hermanos Casanova, principal productora española de los años treinta (Nobleza baturra, entre otras), y produjo las películas Don Quintín el amargao, donde debutó en el cine la gran bailaora Carmen Amaya, y La hija de Juan Simón, ¿Quién me quiere a mí? y ¡Centinela alerta!. Todas ellas fueron rentables y suponían la consolidación de la industria cinematográfica española de los años treinta. Sin embargo, la Guerra Civil abortaría este proyecto.
La Guerra Civil. Estados Unidos El golpe de estado franquista le sorprendió en Madrid. Así como Dalí se alineó con Franco y simpatizó con el bando nacional, Buñuel siempre permaneció fiel a la democracia de la República; no obstante, no dejó por ello de ayudar a amigos suyos del bando franquista cuando estuvieron en peligro de muerte. Así, logró que liberasen a José Luis Sáenz de Heredia (primo carnal de José Antonio Primo de Rivera, fundador de la Falange), pues habían trabajado juntos en Filmófono. Era conocido que Sáenz de Heredia simpatizaba con Franco y, de hecho, más adelante llevaría a cabo un filme sobre un guión del propio Franco (Raza) y la película propagandística Franco, ese hombre.
En septiembre de 1936 salió de Madrid en un tren abarrotado hacia Ginebra, vía Barcelona. En Ginebra se entrevistó con Álvarez del Vayo, en esos momentos ministro de Asuntos Exteriores de la II República, ya que éste lo había citado. El ministro lo mandó a París como hombre de confianza de Luis Araquistáin (entonces embajador en Francia) en diferentes misiones, principalmente de inteligencia. Incluso llegaría a realizar algún viaje relámpago a España.
Colaboró con la II República todo lo que pudo, incluso una vez en Bayona lanzó octavillas con globos que volaban con viento sur en dirección a la península. El 16 de septiembre de 1938 visitó Hollywood por segunda vez, el gobierno republicano español desde el exilio le encargó la supervisión (como consejero técnico e histórico) de dos películas acerca de la Guerra Civil Española. Sus amigos Charles Noailles y Rafael Sánchez Ventura le ayudaron en los gastos de viaje.
En 1941, cuando comenzaba Cargo of Innocents, la asociación general de productores estadounidenses prohibió toda película en contra de Franco, lo que significó el fin del proyecto en el que estaba implicado Buñuel. Sin trabajo y con poco dinero, aceptó el encargo de dirigir la selección de películas antinazis que le ofrece el Museo de Arte Moderno (MOMA) de Nueva York. Después de que su mujer y sus hijos se reunieran con él, en 1943 fue despedido del museo a raíz de la publicación del libro La vida secreta de Salvador Dalí, donde el pintor tachaba a Buñuel de ateo y hombre de izquierdas. Un periodista del Motion Pictures Herald atacó a Buñuel en un artículo donde advertía acerca de lo peligroso que resultaba la presencia de este español en un museo tan prestigioso. Buñuel se reunió con Dalí en Nueva York para pedirle explicaciones y esa entrevista significó la ruptura de sus relaciones.
Volvió a Hollywood y se puso a trabajar para la Warner Brothers como jefe de doblaje de versiones españolas para América Latina. Acabada la colaboración con la Warner en 1946, se quedó en Los Ángeles en busca de un trabajo relacionado con el cine y de que le concedan la nacionalidad estadounidense, que había solicitado.
Etapa mexicana Cuando Luis Buñuel aún estaba viviendo del dinero que había ahorrado el año anterior, la casualidad quiso que en una cena en casa del cineasta francés René Clair se encontrara con Denise Tual, la viuda del actor ruso Pierre Batcheff, el protagonista de Un perro andaluz (cuyo verdadero nombre era Piótr Bachev y que se había suicidado en 1932). La mujer, que se había vuelto a casar con el productor francés Ronald Tual, le ofreció trabajar en el nuevo proyecto que tenía intención de realizar: la producción en Francia de una versión de La casa de Bernarda Alba, para lo cual quería comprarle a Federico García Lorca los derechos de la película. La dirección le sería encargada a Buñuel.
Denise, que había llegado a Los Ángeles con el interés de conocer mejor la industria estadounidense del cine, tenía intención de realizar la nueva película entre París y México; para lo cual aprovechó el camino de regreso a París para hacer escala en México y concretar algunos asuntos con el productor francés de origen ruso exiliado en México Oscar Dacingers. Una vez allí se enteraron de que García Lorca había vendido los derechos a otra productora que había pujado más alto.
Truncado el proyecto, Luis Buñuel tuvo la suerte de que Dacingers le ofreciera otro trabajo: producir una película comercial con el conocido cantante mexicano Jorge Negrete y la primera figura argentina Libertad Lamarque. Buñuel aceptó y, una vez arreglados todos los papeles de residencia e instalado con su esposa y sus hijos, ingresó en la industria mexicana del cine. La primera película de su etapa mexicana, Gran casino, en palabras de Agustín Sánchez Vidal "constituye un rotundo fracaso, y le costará tres años de inactividad",[2] lo que obligó a Buñuel a mantenerse del dinero que le enviaba su madre todos los meses.
En 1949, a punto de abandonar el cine, fortuitamente Dacingers le pidió que se hiciera cargo de la dirección de El gran calavera, ya que Fernando Soler no podía ser a la vez director y protagonista. El éxito de esta película y la concesión de la nacionalidad mexicana animaron a Buñuel a plantear un nuevo proyecto más en la línea de lo que él quería: le propuso a Dacingers una película basada en el argumento ¡Mi huerfanito, jefe!, aventuras de un joven vendedor de lotería. A esta buena oferta siguió una mejor respuesta: ¿Por qué no realizaba una historia sobre los niños pobres mexicanos? Así, en 1950 Luis Buñuel realizó Los olvidados, película con fuertes vínculos con Las Hurdes, tierra sin pan, que no gustó a los mexicanos ultranacionalistas (Jorge Negrete el primero), ya que retrataba la realidad de pobreza y miseria suburbana que la cultura dominante no quería reconocer. Pero el premio al mejor director que le otorgó el Festival de Cannes de 1951 supuso su reconocimiento internacional y su rehabilitación por parte de la sociedad mexicana.
En 1952 filmó Robinson Crusoe, primera película que se rueda en Eastmancolor. Esta y La joven (1960) son sus dos películas rodadas en inglés y producidas en Estados Unidos.
Luis Buñuel, siempre comprometido con sus ideas, firmó un manifiesto en contra de la bomba atómica estadounidense. Por eso y también a raíz de apoyar la revista antifascista España Libre, que también se posicionaba en contra de EE.UU. (aunque Buñuel había dicho que EE.UU. era la tierra más hermosa que había conocido) fue incluido en la famosa lista negra estadounidense hasta 1975. Cada vez que pasaba por EE.UU. eran interrogados él y su familia. Cuando alguien le preguntaba si era comunista siempre contestaba lo mismo: que era un español republicano.
En 1960 vuelve a España para dirigir Viridiana. Por precaución, su hermana lo esperaba en Port Bou, por si fuera necesario abortar el viaje. En 1961 la película, coproducción hispano-mexicana rodada en España con guión de Julio Alejandro, obtuvo la palma de oro del Festival de Cannes. El periódico vaticano L'Osservatore Romano condenó la cinta, a la que tachaba de blasfema y sacrílega. Inmediatamente después la censura española de la época prohibió la película.
Otras destacadas producciones de su etapa mexicana fueron Susana (1951), Él (1953), Ensayo de un crimen, Nazarín (1958), que obtuvo la palma de oro del Festival de Cannes de 1959 y El ángel exterminador (1962), que constituye una de sus películas más importantes y personales.
Etapa francesa Ya en su etapa mexicana Buñuel había rodado varias películas de producción francesa. Las elogiosas críticas europeas de Ensayo de un crimen, en una época caracterizada en Francia por el desarrollo de la nouvelle vague, le abren las puertas de la cinematografía gala. Así, viaja a este país en 1955 para rodar Cela s'apelle l'aurore, lo que le da la oportunidad de visitar a su madre en Pau.
En abril de 1956 filmó La mort en ce jardin, basándose en un guión de Luis Alcoriza y Raymond Queneau, que adaptaba la novela homónima de Lacour.
Tras varios proyectos abandonados (la novela de Pierre Louÿs La femme et le pantin (La mujer y el pelele, que fructificaría en su última obra, Ese oscuro objeto del deseo o Johny cogió su fusil, de Dalton Trumbo), dirigió en 1959 La fiévre monte à El Pao, titulada en español Los ambiciosos, en la línea del cine de compromiso político y social, que mostraría también El diario de una camarera (Le Journal d'une femme de chambre, 1963), adaptación de la novela de Octave Mirbeau.
En 1966 se estrena Belle de jour, que obtuvo en 1967 el León de oro en la Mostra de Venecia. Esta película obtiene en Francia un extraordinario éxito de público. A partir de esta obra, sus estrenos van a convertirse en acontecimientos culturales y el productor Serge Silberman le aseguró la completa libertad y los recursos suficientes para la producción de sus filmes que caracterizaría la etapa final de su obra.
En 1970, volvió a rodar en España: Tristana, esta vez en régimen de coproducción y protagonizada por Catherine Deneuve, que ya había protagonizado Belle de jour.
En 1972 recibía el Oscar a la mejor película extranjera por El discreto encanto de la burguesía (Le Charme Discret de la Bourgeoisie), con lo que fue el primer director español en conseguirlo. Esta película, junto con la rodada en 1968, La Voie Lactée (La vía láctea) y El fantasma de la libertad (1974) (Le Fantôme de la Liberté) conforman una especie de Viridianatrilogía que ataca los cimientos del cine de narrativa convencional y atacaba el concepto causa-consecuencia abogando por la exposición del azar como motor de la conducta y del mundo.
En 1977 pone el colofón a su obra con Ese oscuro objeto del deseo (Cet Obscur Objet du Désir), que recibió el premio especial del Festival de Cine de San Sebastián, y revisa temas tratados anteriormente en Viridana o Tristana.
Sus pensamientos A los catorce años empezaron sus dudas sobre la religión, principalmente acerca de la resurrección de la carne, el juicio final, el infierno y el diablo. Según él mismo dijo, era "católico y ateo, gracias a Dios". Amante del tabaco, del alcohol (para él, un bar era un lugar de meditación y recogimiento) y de los burdeles (aunque decía que una vez casado jamás fue infiel), quiso librarse de las normas y principios de la sociedad que en herencia le había dejado todo un sistema de prohibiciones y represiones. Le gustaba la puntualidad, el buen vestir, irse pronto a la cama y madrugar y llegó a tener una gran colección de armas. Su primera pistola la tuvo a escondidas a los catorce años, aunque bastante antes ya jugaba con la de su padre.
Durante toda su vida, Buñuel fue un rebelde, hasta el último momento estuvo luchando contra sí mismo. Su interior le dictaba unas normas sobre la muerte, la fe, el sexo... que su conciencia no podía aceptar. Esta dualidad le marcó desde su más tierna infancia. Buñuel rompió barreras luchando a favor de la libertad.
Ya con pocos años conoció la muerte de cerca, cuando un campesino de su pueblo fue asesinado por otro de un navajazo. Él se las arregló para colarse en la autopsia. Previamente, había visto cómo las aves rapaces devoraban un burro muerto y, así, cuando tuvo la ocasión, compró un burro muerto para poder ver repetida la escena: era como si disfrutase viendo cómo los buitres le arrancaban los ojos y se comían al burro, desgarrando sus carnes.
Le gustaba reflejar la visión pesimista y cruel de la vida. Así lo hizo en Las Hurdes, tierra sin pan, en Los olvidados... Sin embargo, él era pacífico y siempre estuvo obsesionado con su propia muerte. Su hermana Conchita solía recordar que de pequeña había acompañado a su hermano Luis a visitar cementerios y éste se tendía en las mesas de las autopsias. A Luis le gustaba asistir a los entierros de su pueblo, así el entierro que tiene lugar en Abismos de pasión era un reflejo de los recuerdos de su juventud, según confesó él mismo.
La visión de Buñuel chocaba con la realidad. Tenía muy presente la posibilidad de la destrucción de la tierra, pensaba en las guerras, la bomba atómica. Afirmaba que ni la libertad ni la justicia existían. El fantasma de la libertad refleja su pensamiento. Era tierno, piadoso, de vida ordenada. Tuvo una vida desahogada y una infancia feliz, pero su conciencia le llevaba a pensar en lo que él llamaba la Edad Media (los principios del siglo XX y sus miserias), es decir, las injusticias, que reflejó en Abismos de pasión, Nazarín, Él, La muerte en el jardín, La joven...
Vivió los años de represión sexual, quiso realizar una película pornográfica, pero desistió. Asistió a orgías y burdeles, pero no consumó, siempre fue fiel a su mujer. El tema del sexo fue tratado en muchas de sus películas: La joven, Ese oscuro objeto del deseo... pero en casa fue un puritano, que no permitía decir tacos. Fue profundamente celoso, no permitía ni una mirada hacia su mujer. Nunca le gustó el orden establecido. Ya de pequeño fue rebelde, se resistió a llevar el uniforme al colegio, pero a la vez, y como se ha dicho, él llevó una vida muy ordenada. No le gustaba la religión ni el ejército; pero siempre habló bien de su estancia con los Jesuitas y del servicio militar.
Era, en cierto modo, un anarquista, pero en su casa se respiraba disciplina, no permitía a las mujeres asistir a las reuniones de hombres. El libro de memorias de Jeanne Rucar se llama Memorias de una mujer sin piano porque Buñuel, sin preguntar a nadie, regaló el piano de su mujer a un amigo que le trajo tres botellas de vino.
No fue nacionalista, pero añoraba España y la tierra de su infancia; se nacionalizó mexicano por pragmatismo, ya había estado a punto de nacionalizarse estadounidense unos años antes. No le gustaba viajar, pero disfrutaba al visitar los sitios que le traían buenos recuerdos. No deseaba ir por Hispanoamérica y se quedó a vivir en México. Una señora mexicana que fue vecina suya en la Colonia del Valle de la ciudad de México comentó que Buñuel nunca olvidó sus raíces: en Semana Santa lo veía solo por el jardín de su casa haciendo redobles con un tambor y dando vueltas y vueltas.
Luis Buñuel vino de una familia burguesa y muy religiosa, estudió y vivió la disciplina de la religión, pero se podría argumentar que parte de su trabajo tiene como meta, entre otros objetivos, cambiar la sociedad en la que vivimos, que se basa en la religión, la familia y el orden establecido, y que impone una moral y un comportamiento social de la que ni siquiera la burguesía que sustenta el poder es libre. Quiso que todas sus obras fueran quemadas y así tener descanso y dignidad desde la nada.
Si siempre le había obsesionado la muerte, en los últimos cinco años de su vida, sordo, con poca vista, con alguna operación que otra, dejó de ver cine, televisión y apenas cogía un libro, con excepción de La vejez de Simone de Beauvoir, que leía y releía. Pensaba en su muerte y en el fin del mundo, bromeaba con los demás acerca de su vejez. Con ayuda de su amigo Jean-Claude Carrière, que durante más de 18 años recopiló material de entrevistas y conversaciones en los descansos de las filmaciones, escribió Mon dernier soupir ('Mi último suspiro'). Ya el título refleja la obsesión que tenía en los últimos momentos de su vida; no quería darles importancia, pero pensaba en ellos. Como era ateo, pensaba en reunir el día de su muerte a todos sus amigos ateos y confesarse. Para él, ser bromista era una forma de demostrar que estaba en contra del orden.
Luis Buñuel falleció el día 29 de julio de 1983 por la madrugada, a causa de una insuficiencia cardíaca, hepática y renal. Sus últimas palabras fueron para su mujer Jeanne: "Ahora sí que muero". Se mantuvo fiel a su ideología hasta el final, no hubo ninguna ceremonia y actualmente se desconoce dónde se encuentran sus cenizas.