domingo, 17 de junio de 2007
STANLEY KUBRICK
Nació en un barrio del Bronx de Nueva York, en el seno de una familia de clase media-alta. Desde muy joven mostró su interés por la fotografía, que practicaba con una cámara Gaflex, regalo de sus padres. Otras aficiones eran la música en general, el jazz en particular (llegó a tocar la batería en la Taft Swing Band) y el ajedrez.
Estos tres pasatiempos serían fundamentales para su futura carrera como director. Su afición a la fotografía le permitió, en primer lugar, trabajar para la revista Look, donde hizo brillantes reportajes fotográficos a las más importantes estrellas del momento, y donde se labró una gran reputación profesional. Su melomanía le permitió a lo largo de toda su carrera poder discutir todos los aspectos relacionados con la banda sonora de sus películas, llegando en ocasiones a prescindir de compositor y escogiendo personalmente piezas de música clásica para sus películas (como en el caso de 2001: Una odisea del espacio, descartando en el último momento la banda sonora original de Alex North). Y su afición al ajedrez quizás pulió el perfeccionismo y la futura frialdad profesional del director. El ajedrez, gracias al cual subsistió durante un inestable período de su vida, sería homenajeado en muchas de sus películas, como Atraco perfecto o 2001.
Durante su juventud Kubrick iba frecuentemente al cine Loew's Paradise y al Museo de Arte Moderno de Nueva York. Poco a poco nació en él la idea de abandonar su trabajo en Look y dedicarse a la realización de películas. Cuando Kubrick aún concedía entrevistas, se refería a Max Ophüls y Serguéi Eisenstein como sus dos referencias cinematográficas más influyentes, el primero por su trabajo con la cámara, y el segundo por su técnica de montaje.
Day of the Fight sería el primero, en 1951 (sobre un trabajo fotográfico hecho por él mismo para Look acerca de una pelea de boxeo). Le seguiría Flying Padre (a través del cual sacó el título de piloto, aunque años más tarde se negara a volar alegando pánico a los aviones), que documenta la vida de un sacerdote que viaja en avioneta de pueblo en pueblo. El último de sus cortometrajes sería The Seafarers, su primer trabajo en color.
Tras esto se metería de lleno en la industria del cine. Su primer largometraje es Fear and Desire (1953) (del que quedan escasas copias debido al empeño de Kubrick de destruir todo rastro de lo que él consideraba un "error de juventud"), acerca de un pelotón de soldados que lucha en una tierra sin nombre. Tras la realización de la película se separa de su primera esposa, Toba Metz.
Aunque la película tuvo escaso éxito, le permitió financiar su siguiente trabajo, El beso del asesino (Killer's Kiss) (1955), una película de suspense sobre un boxeador que conoce a la chica de un mafioso y se enamora de ella. En la película aparece, en el papel de la bailarina, la que sería su segunda esposa, Ruth Sobotka. La película contó con pocos medios, pero la maestría de Kubrick con la fotografía en blanco y negro llamó la atención de James B. Harris, un productor de la NBC.
Kubrick y Harris se asociaron en una productora y de su unión surgió Atraco perfecto (The Killing) (1956), su primera obra maestra. Partiendo de una novela de Lionel White, y sobre un guión de Jim Thompson, Kubrick relató la historia del atraco a un hipódromo. La utilización del tiempo cinematográfico hecha por Kubrick (que sería imitada por el cineasta Quentin Tarantino en Reservoir Dogs) supuso una innovación para la época. En la película aparece mucho del pensamiento kubrickiano: la lucha de un antihéroe en su enfrentamiento con el mundo, y su derrota final.
Atraco Perfecto atrajo las miradas de algunos personajes de Hollywood. Entre ellos se encontraba Kirk Douglas, que firmó con Harris-Kubrick un contrato para cinco películas. La primera de ellas sería Senderos de gloria (Paths of Glory) (1957), que interpretaría el propio Douglas haciendo el papel del coronel Dax, encargado de defender a sus soldados, acusados de cobardía ante el enemigo, en el marco de la guerra de trincheras de la I Guerra Mundial. Y también sería la primera polémica de Kubrick, aunque no la última. El mensaje antibelicista de la cinta hizo que en Francia, a cuyo ejército pertenecían los protagonistas, estuviera prohibida durante décadas. En Senderos de gloria, Kubrick muestra su vena más humanista y sentimental, con uno de los finales más emotivos jamás filmados. Sus siguientes películas se volverían más frías, aunque no menos humanistas. El humanismo fue siempre el motor sobre el que se movía el cine de Kubrick, aunque algunos (que confunden humanismo con sentimentalismo) aún lo sigan negando. En el rodaje de la película conocería a Suzanne Christianne, que se convertiría en su tercera y última mujer. Tras Senderos de gloria, Kubrick estuvo trabajando junto a Marlon Brando en El rostro impenetrable (One-Eyed Jacks) (1961), aunque tras varios meses sería despedido por desavenencias con el actor.
Carrera cinematográfica En esta situación lo encontró de nuevo Douglas, que buscaba un director para sustituir a Anthony Mann al frente de Espartaco (Spartacus), de 1960. Kubrick aceptó, sabiendo que una película de tan alto presupuesto podía suponer un empujón a su carrera como director. Aunque apenas tuvo oportunidad de intervenir en el guión (como había hecho antes y haría después en todas sus películas), la película es magnífica, y supuso el fin de las listas negras (debido al estratégico interés de Douglas de reducir el sueldo del guionista Dalton Trumbo, a cambio de colocar su nombre real en los créditos). Los rumores dicen que Kubrick fue su propio director de fotografía, aunque el que subió a recoger el Oscar por esta categoría fue Metty. La película ganó otros tres premios de la Academia, y fue un éxito comercial. La carrera de Kubrick estaba definitivamente lanzada.
Kubrick y Harris lograron rescindir el contrato que les unía con Douglas por otras tres películas. Las aspiraciones artísticas y comerciales de Kubrick le llevaron a hacer Lolita (1962): fue su siguiente trabajo. Tras arduas negociaciones, convenció a Vladimir Nabokov no sólo para que aceptase vender los derechos de su novela, sino para que fuese él mismo quien adaptase el guión. La película fue un escándalo, con unas consecuencias que ni siquiera Kubrick alcanzaba a imaginar. Todos los párrocos de las iglesias estadounidenses exhortaron a no ver la película, lo que por supuesto únicamente provocó que la cinta fuese un éxito sin precedentes. Narra la historia de Humbert Humbert, un soltero de mediana edad interpretado por James Mason que se enamora de Lolita, una niña de catorce años (interpretada por Sue Lyon, de dieciséis), y que para conseguirla está dispuesto a casarse con la madre de la niña. La película es otra obra maestra, que demuestra el increíble pulso narrativo de Kubrick.
Tras el éxito de Lolita, Kubrick supo definitivamente que el prestigio que había logrado con Espartaco le permitía afrontar proyectos más arriesgados. Se separó de su socio y amigo Harris para producir su nueva película en solitario. Así que, en medio de la guerra fría y de la crisis de los misiles cubanos, Kubrick comenzaría a rodar Dr. Strangelove o cómo aprendí a dejar de preocuparme y a amar la bomba (Dr. Strangelove or how I learned to stop worrying and love the bomb), en 1964. El título en español para esta película fue Teléfono rojo, volamos hacia Moscú. Aunque en un principio pretendía abordar de forma seria la guerra fría y la posibilidad de un conflicto atómico, a medida que se iba documentando encontraba aspectos cada vez más hilarantes y esperpénticos, de forma que decidió realizar una comedia de humor negro. El actor británico Peter Sellers sería la gran estrella encargada de dar vida a tres personajes de la cinta. El guión de Terry Southern, Peter George y el propio Kubrick está lleno de gags deliciosos, y narra cómo un acceso de locura del general Ripper provoca que varios aviones estadounidenses ataquen suelo ruso con armas nucleares, provocando que se haga realidad la tan temida MAD (Destrucción Mutua Asegurada). La película fue un gran éxito, pero las críticas arreciaron sobre el director por el cuestionamiento que éste hacía al sistema de defensa estadounidense. Kubrick decidió quedarse a vivir en Inglaterra, y no volvería a residir nunca más en Estados Unidos.
Obras maestras En 1968 Kubrick alcanzaría la cumbre de su carrera con 2001: Una odisea del espacio (2001: A Space Odyssey). La película era un arriesgado intento por dignificar un género decaído, el de la ciencia ficción, que en aquellos momentos se limitaba a poco más que mutantes radiactivos y monstruos del espacio. El resultado final casi supuso la bancarrota del estudio, aunque finalmente recuperaría (y con creces) el dinero confiado a Kubrick. Con unos efectos especiales sin precedentes (ejecutados por Douglas Trumbull), y una confianza ciega en sí mismo, Kubrick realizaría una de las películas más modernas y arriesgadas de la historia del cine, narrando la futura evolución de la raza humana. Semejante proyecto podía haber derivado en una película absurda o pretenciosa, pero en manos de Kubrick alcanzó cotas épicas. La amplitud de temas que se tocan en la cinta (la soledad, la muerte, la evolución, la inmortalidad, la inteligencia artificial...) hacen que la película no haya envejecido. Sus efectos especiales siguen siendo geniales, y la recreación del viaje espacial sigue siendo una de las más realistas de la historia del cine. El guión fue co-escrito con Arthur C. Clarke, uno de los maestros de la ciencia ficción literaria y autor del relato en el que se basó la película, "El centinela", así como de la versión novelada del guión de 2001. Con esta película Kubrick ganó su único Oscar a título personal (por el diseño de efectos especiales). La película también ganó bastantes premios religiosos. Curiosamente, años antes, Kubrick había escandalizado a los religiosos con Lolita.
Llegaron los años setenta y Kubrick, visionario, entrevió lo que deparaba el cine del momento: realismo y violencia. Así que, sin apearse del todo de la ciencia ficción, adaptó la novela de Anthony Burgess La naranja mecánica (A Clockwork Orange) en 1971, película que acabó siendo de culto. La cinta cuenta la historia de Alex, un joven violento cuyas únicas distracciones son la violación, la ultraviolencia y Beethoven. Las violentas imágenes de la película y una desgraciada serie de actos vandálicos que imitaban a la película hicieron que Kubrick presionara a la distribuidora para que retirase la película de los cines británicos. Las amenazas que recibió hicieron que el director se recluyese aún más en su mansión de la campiña cercana a Londres.
Y cuando todos esperaban un tour de force más por parte de Kubrick, éste sorprendió a todos, pero por su regreso al clasicismo. El monumental fracaso de Waterloo hizo que Kubrick no pudiera realizar el proyecto que tenía en mente: una película sobre la vida de Napoleón, en la que pensaba recrear fielmente las batallas más importantes libradas por el dirigente francés. Pero todo el trabajo de preproducción que había hecho le decidió para hacer su siguiente película, que sería Barry Lyndon: la historia de la ascensión y caída de un muchacho en la Europa del siglo XVIII. La crítica tildó la cinta de aburrida y demasiado clásica, pero fue una de las películas más apreciadas por Kubrick, y en la que probablemente puso más empeño. Los interiores se rodaron exclusivamente con la luz de las velas, gracias a unos objetivos especiales de la casa Carl Zeiss (abertura máxima de f/0,7) que había comprado a la NASA. Pero las críticas, el fracaso comercial y unas supuestas amenazas del IRA hundieron un poco a Kubrick.
Por ello escogió a Stephen King, un autor de éxito, y un género con tirón en aquel momento: el terror. A partir de la novela homónima del escritor estadounidense (que siempre criticó la versión que Kubrick había hecho de su novela, que probablemente superó ampliamente a ésta en cuanto a tensión y ambigüedad). Reescribió el guión junto a Diane Johnson, y el resultado fue El resplandor (The Shining) (1980), una película de terror considerada una de las mejores del género.
Ultimos años [editar]Tras El resplandor Kubrick no sabe bien qué hacer, y tienen que transcurrir siete años hasta que aparezca su siguiente película, La chaqueta metálica (Full Metal Jacket), en 1987, que trataría nuevamente sobre la guerra, aunque esta vez la Guerra de Vietnam. Nuevamente Kubrick adivina que el futuro de Hollywood está en películas que analizarán, desde distintas perspectivas, la participación de EE.UU. en Vietnam, aunque su lentitud en rodar hace que películas como Platoon (1986) le adelanten en su fecha de estreno. El rodaje fue un auténtico infierno, con un Kubrick que repetía cientos de veces la misma toma, y que reescribía el guión sobre la marcha. Con La chaqueta metálica recuperaría el prestigio como director que hace ganar dinero a su estudio, pero sobre todo se comenzarían a publicar biografías y estudios sobre su cine, convirtiéndolo en un director de culto.
Tras esta película Kubrick comenzó a barajar un par de proyectos. En primer lugar, Inteligencia Artificial, la historia de un niño robot abandonado por su madre. Kubrick siempre había querido adaptar el relato de Brian Aldiss, pero hasta que no vio Parque Jurásico (1993), de su amigo Steven Spielberg, no supo que la tecnología necesaria para su película estaba por fin a su alcance. También estaba interesado en Aryan Papers, una película sobre dos refugiados judíos durante la persecución nazi. Sin embargo, de nuevo Spielberg se cruzó en su camino con La lista de Schindler (1993). La semejanza con su propio proyecto le hizo desistir.
Finalmente Kubrick realizó Eyes Wide Shut (1999), basada en la novela Traumnovelle, de Arthur Schnitzler, película que disecciona la sociedad actual a partir de la psicología de sus personajes, una pareja de neoyorquinos de clase alta que viven aparentemente una feliz vida en común, pero que en sus sueños y fantasías se muestran como son realmente. El pesimista final de la película (nada tradicional, como han dicho algunos críticos) rubrica el final de una dilatada carrera en el tiempo, aunque escasa en el número de películas.
Días más tarde de acabar de montar la película, Stanley Kubrick moría en su cama de su mansión de Londres de un ataque al corazón. En pocas ocasiones la muerte de un director de cine ha ocupado tantas portadas como lo hizo la de Kubrick.